En este breve receso Navideño (solo dos semanas sin escuela), aprovechamos y nos dimos la vuelta por Charlotte, una de las ciudades principales de Carolina del Norte. Llegar hasta allí nos tomó una travesía en carro de poco más de tres horas y media. Pero lo que disfrutamos hizo que el viaje valiera la pena. Lo volvería a repetir gustosamente.
Charlotte es una ciudad con muchas atracciones. Me hospedé en el uptown, donde puedes ver edificios altos y modernos compartiendo espacios con otros más antiguos. Este lugar conocido también como el Charlotte Center City, ubican algunas de las oficinas centrales de compañías Fortune 500. Es bien dinámico y cosmopolita.
El recorrido a pie es mandatorio, pues así se puede apreciar con calma todo lo que la urbe ofrece. En las calles Trade y Tryon encontrarás muchos sitios de interés que querrás ver.
Este es el cruce ente las calles Trade y Tryon. Es muy importante porque aquí ubican tres enormes estatuas de bronce que son Transportación, Comercio e Industria. Todos estos fueron elementos que contribuyeron al crecimiento de Charlotte. Las tres estatuas observan a una cuarta llamada Futuro (una mujer sosteniendo a un niño) y es la que está en la foto.
A pesar de ser bastante poblada, no se vive el caos como en la ciudad de Nueva York, con la ventaja de que también tiene vida nocturna.
Fuimos al Nascar Hall of Fame que nos quedaba a pocos pasos del hotel. En las afueras había una pista de patinaje sobre hielo que me vi tentada en participar. Los chicos disfrutaron mucho el recorrido del museo que muestra de forma interesante la historia y logros de este popular deporte. Autos, memorabilia, videos… y al final participamos de un simulador de carreras. Llegué en último lugar. Yo sabía que los carros y la velocidad no eran lo mío.
Otro sitio familiar es el Discovery Place. En el se divierten todos a la misma vez que aprenden. El tiempo pasa y uno no se da cuenta.
Muestra cercana de uno de los mosaicos que adornan el uptown.
Visitamos el vecindario McAndenville muy famoso por el espectáculo de luces durante la época Navideña (Christmas Town). Pero como fuimos casi a finales de diciembre, muchos ya habían removido sus adornos. No entienden que hay que esperar hasta mínimo el 6 de enero.
Una de las noches fuimos al Time Warner Cable Arena a ver un juego de NBA. La experiencia se convirtió en algo memorable. El juego era los Hornets de Charlotte vs los Lakers de Los Angeles. Era la gira de despedida de Kobe Bryant y le hicieron un pequeño homenaje al talentoso jugador. Michael Jordan envió un mensaje grabado para él y cuando lo vimos en el estadio, puedo decir que todo era pura emoción entre el público.
Uno de los lugares que visité casi todas las noches a tomarme un chocolate caliente y comerme un rico dulce fue Amélie’s French Bakery.
Desde que entré a esta panadería quedé prendada con el ambiente del lugar. ¿Cómo no enamorarme de un sitio que tiene el nombre de una de mis películas favoritas de todos los tiempos, y en la entrada la bienvenida está en un caballete de pintura? La decoración hace que no puedas ni pestañear, pues en cada lugar hay algo que llama la atención. Tiene diferentes salas de estar que invita a estar horas conversando o leyendo un libro mientras comes macarons y otras delicias que allí ofrecen.
Las sillas todas eran distintas y mi favorita fue esta adornada con postales escritas. Había un sin número de chandeliers y lámparas curiosas por todo el lugar. Aquí unos ejemplos, una hecha con instrumentos musicales y otra con utensilios de cocina.
La ciudad es grande y tiene varios distritos o comunidades. Uno que visité y me cautivó fue Plaza Midwood. Es el lugar perfecto donde encuentras las tiendas independientes como boutiques, tiendas de artículos de segunda mano, de antigüedades, buenos restaurantes y lugares para pasarla entretenido. A continuación algunas fotos de mi recorrido por Plaza Midwood.
Tienda de libros usados donde pude encontrar algunos de la serie de Harry Potter, la nueva fiebre de mi chico por un precio verdaderamente ridículo.
Arte urbano por todos lados. Algo que sencillamente me fascina.
El sitio a continuación, muy cercano a la tienda de libros usados, no estaba abierto. Las fotos se ven un poco raras y es que las tomé a través del cristal. Tan pronto vi las manchas de pintura en el piso y el montón de canvas en las paredes, me detuve a observar. Se llama The Wine Palette. La oferta me parece genial. Puedes tomar clases de pintura mientras tomas vino o tu bebida favorita. Ellos ponen todos los materiales (hasta los saca-corchos), los instructores y te aseguran que sales con tu obra de arte no importa si no has tenido experiencia previa pintando.
Puedes alquilarlo para actividades privadas como cumpleaños, despedidas de solteras y hasta reuniones corporativas. Espero algún día tomar clases allí. Creo que se pasa muy bien.
Otros de mis favoritos, Buffalo Exchange. Allí conseguí un abrigo con arte de Basquiat que no me lo quito. Un local en el que encuentras piezas de vestir que de seguro serán tema de conversación a muy buen precio.
Charlotte es fascinante, hay tanto que ver que de seguro regreso. Se quedaron por visitar unos cuantos museos, parques, flea markets… ufff, la lista no acaba. Yo sigo con mis gratos recuerdos y añadiendo par de opciones a la lista que ya es larga.
No Comments