Ya casi se están yendo las añoradas vacaciones de verano. Pero antes voy a presentar por aquí un breve recorrido visual de mis dos semanas en Puerto Rico. Me quedé primero en Aguada y visité las bellezas del área oeste. Sobre esta primera parada se trata esta entrada. Puerto Rico, algunos podrán decir que es pequeño en tamaño, pero tiene mucho que ofrecer.
Es aquí donde te encuentras una gallina jangueando tranquilamente en medio del paisaje urbano, entre la brea y el cemento.
Y también te encuentras con un gallo hecho bandera.
O mejor aún, un gallo en una lata que canta cuando halas el cordón con un pedacito de cartón… No pudimos resistirnos y nos trajimos uno a casa.
Es en Puerto Rico donde el agua es siempre tibia y el sol es siempre intenso.
Tan transparente es el agua que puedes ver los peces nadando a tu alrededor.
Donde los colores brillantes no son tímidos y pueden levantar el ánimo a cualquiera con solo su presencia.
Aquí, que en muchas plazas y lugares públicos ofrecen Wi-Fi gratis, pero que también se juega trompo.
Donde los paisajes te roban el aliento.
Las palmeras son enormes y majestuosas. Son rebeldes y crecen aunque le tires una pared de cemento encima. También sirven de inspiración a poemas y canciones.
Aquí las suculentas crecen en caracoles y tiestos improvisados.
Llueven mangos durante el verano.
Ah, el verano, la época de mis frutas favoritas, el aguacate y las quenepas. Prometo traerte pronto más sobre mi recorrido en la isla. Tengo algunas recomendaciones de lugares que visitar y sitios para comer que quisiera compartir.
No Comments