Mudanza, cambios y otros asuntos

Este adorable sato con mirada perdida ha sufrido mucho stress últimamente. Él es el miembro más joven de nuestra familia, pero eso no quiere decir que la mudanza no lo haya afectado. Sigue siendo un perro cariñoso, alegre, que cuando su amo llega hace mil ruidos para llamar su atención y que lo salude. Pero también anda muy celoso con su espacio y no tranza con los extraños. Se vuelve una fiera si siente que algún miembro de la familia está en peligro. Los cambios tienen la cualidad de poder dar a conocer de cuánto somos capaces.

Cuando comuniqué entre amigos y familiares la noticia de que me mudaba a Carolina del Norte, tuve muy buenos consejos. Estos consejos junto con otras enseñanzas de este viaje llamado vida han sido mi guía en estos tiempos de nuevas aventuras.

Practicar el desapego – Una maestra me dijo, “ya verás que esta es una buena oportunidad para practicar el desapego”. Muy cierto. No el desapego de la familia y de los amigos, se trata de las cosas que cargamos con uno. Antes de empacar me di a la tarea de ir cuarto por cuarto, por cada closet y gaveta y seleccionar solo aquello que verdaderamente necesitara, que realmente me gustara. El resultado fue increíble, pues en par de ocasiones llené la sala/comedor con cosas para regalar/vender/botar. Si esta mudanza no se hubiera dado, todavía estuvieran todas esas cosas en mi casa. Fue una excelente ocasión para renovar la energía y llevar a otros hogares aquello que ya no uso y que puede servirle a otros. Fue un proceso difícil y algunas decisiones me hicieron dudar. Pero la sensación de libertad y de sentirse más ligero se lo debo a dejar ir todo aquello que ya no quiero o no necesito.

Ser flexible – Otro consejo muy valioso. Se lo escribieron a mi hijo en una nota de despedida muy linda y especial. Mucho de lo planificado no sale como uno espera. Hay que escoger las batallas y ser flexible. Nací y me crié en una casa de dos pisos. La cocina quedaba en la segunda planta. Recuerdo que cuando había que buscar algo de tomar para la visita, miraba las escaleras con fastidio. Esperaba tener sed de verdad, de esas que te tomas un vaso de agua sin respirar, para que el viaje de subir las escaleras no fuera en vano. Internamente me hice la promesa de que cuando tuviera mi hogar, fuera una casa terrera… pues la vida da vueltas, y algunas son subiendo y bajando. Mi nuevo hogar tiene escaleras y este es solo un pequeño ejemplo de los ajustes que hemos tenido que hacer. Definitivamente todo es más fácil si aprendemos a ser flexibles.

Abrazar nuevas rutinas, romper viejos hábitos – Evaluar nuestras rutinas y hábitos es un proceso continuo. Las rutinas, aunque a veces puedan ser tediosas, también ofrecen tranquilidad. No tienes que dedicar pensamiento y sabes que debes hacer. Todavía estoy en las de establecer los nuevos ajustes, cuando me doy cuenta que también es momento de romper con viejos hábitos. El inglés no es mi idioma natural, me toma más tiempo traducir una idea en oración y comunicarla. ¿En qué me ayuda eso? En dejar la mala costumbre de terminar las oraciones cuando alguien me habla. Lo hago inconsciente, pero sé que molesta. A veces con suerte lograba adivinar lo que la otra persona me quería decir. Pero aún si ese fuera el caso, no deja de ser un mal hábito. Es muy valioso escuchar y así lo quiero dejar saber con quién tengo la oportunidad de conversar, sea en cualquier idioma.

Todo tiene su lado positivo… aunque te tardes en darte cuenta – Sé que suena a cliché, pero es muy cierto. La primera reunión de padres de la escuela de mi chico, la maestra me comentaba a manera de queja que al principio al chico le tomó adaptarse, pues hablaba mucho. Claro que no me gusta escuchar quejas de la escuela. Luego de analizarlo un momento me doy cuenta que es todo lo contrario. ¡Que bueno que está hablando con sus compañeros de clases! Eso significa que está haciendo nuevas amistades y que se está acostumbrando a su nuevo ambiente más rápido de lo que pensaba. Aunque suene a cliché, sigo empeñada en encontrar el lado positivo a las cosas.

Todas la fotos fueron tomadas hace poco más de un mes, cuando la casa estaba casi totalmente vacía y me sentía como una total extraña en ella. Para sentirme menos intrusa tomé la cámara y comencé a hacer las pases. Chimenea, ático no eran palabras comunes en mi vocabulario. Tuve que preguntar en la tienda como se limpia un piso en madera, pues mi conocimiento en ese aspecto se limitaba a los anuncios de Swiffer que había visto en televisión. Eso me lleva al siguiente punto.

Nunca terminas de aprender – Podrás acabar la escuela, la universidad, el internado… pero nunca terminas de aprender. Que bueno que así sea. Los cambios nos recuerdan esta gran verdad.

La mudanza llegó apenas hace una semana y aún tengo muchas cajas que acomodar. Del taller no he tocado nada. Quiero pintar algunos canvas y ambientar este espacio que llamo hogar haciendo algunos DIY. Ya tengo par de ideas y me gustaría publicarlas en este blog.

Mientras, veo las huellas en el patio y me recuerdo la frase del poema que dice “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar…”.