Este adorable sato con mirada perdida ha sufrido mucho stress últimamente. Él es el miembro más joven de nuestra familia, pero eso no quiere decir que la mudanza no lo haya afectado. Sigue siendo un perro cariñoso, alegre, que cuando su amo llega hace mil ruidos para llamar su atención y que lo salude. Pero también anda muy celoso con su espacio y no tranza con los extraños. Se vuelve una fiera si siente que algún miembro de la familia está en peligro. Los cambios tienen la cualidad de poder dar a conocer de cuánto somos capaces.
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