La vi en innumerables ocasiones. Muchas, muchísimas más de las que pude capturar con mi lente. El símbolo por excelencia de nuestra Isla y que en un momento de nuestra historia fuese escondida y quien se atreviera a exhibirla pagaba con su libertad. Pues ahora está más presente que nunca. Esa fue algunas de las cosas que más me impresionó de mi reciente viaje a Puerto Rico este verano. El primero que hago luego que pasara la incontenible fuerza de María.
Puerto Rico
“Ahí está Mamá, mira, ¡es tierra!… yo creo que eso es San Juan”, dice mi hijo tan pronto ve asomarse a la vista un pedacito de la Isla que tanto ama. La ansiedad no lo deja despegarse de la ventana desde que el piloto anuncia que estamos en descenso y próximos a aterrizar. “Creo que es Cataño”, yo le contesto. Entonces es que viene la competencia sobre quién reconoce más lugares más rápidamente. “Eso debe ser el Centro de Convenciones”, “¡Oh, los edificios altos! Mira el reloj, ese es Banco Popular. Estamos viendo Hato Rey”, “Eso es Isla Verde… ya casi”. Con algunas variaciones, ese es el diálogo entre mi chico y yo cada vez que aterrizamos en nuestra Isla del Encanto.
Ya casi se están yendo las añoradas vacaciones de verano. Pero antes voy a presentar por aquí un breve recorrido visual de mis dos semanas en Puerto Rico. Me quedé primero en Aguada y visité las bellezas del área oeste. Sobre esta primera parada se trata esta entrada. Puerto Rico, algunos podrán decir que es pequeño en tamaño, pero tiene mucho que ofrecer.
Aún estoy adaptándome al nuevo ambiente. En esas ando y también reflexionando sobre el lugar que fue mi hogar por los últimos dieciséis años. A Caguas, La Ciudad Criolla llegué en el verano del ’99. Fue donde compré mi primera residencia, la casa donde nació mi hijo y viví momentos muy especiales. He sido testigo de muchos cambios en este pueblo de continuo crecimiento. La foto anterior es un mosaico en honor a hombres y mujeres de la raza negra que han sido figuras ilustres de Puerto Rico. Este mosaico no estaba cuando me fui a vivir a allí. Pero como queda cerca de mi casa, pasaba por ahí todos los días y fui testigo de la transformación. Pasó a ser de una esquina sin mayores atributos, hasta convertirse en esta mega obra que tanto admiro y me ponía de buen humor cuando pasaba por allí. En el mismo lugar hay otras creaciones que hacen homenaje a nuestra herencia africana.